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Mensaje por Admin Miér Ago 06, 2014 1:24 pm


Raleigh Scott
I will always be there for you. No matter what.

Datos Básicos:

Nombre Completo:  Raleigh Brent Scott
Avatar:  Matt Damon
Edad: Treinta y cinco
Fecha de nacimiento:  11 de diciembre, 1979
Apodos: Leigh, Gigantón agrandado
Raza: Hijo de la Luna
Nacionalidad: Británico
Orientación sexual:  Heterosexual











Físico:

De complexión atlética, una altura que superaba con creces el promedio y una agilidad envidiable, Raleigh resultaba intimidante desde lejos pero sumamente afable en la expresión. Siempre fue un hombre de sonrisa fácil; encantadora, vale destacar, cargada con la calidez inherente a aquél que todo lo ve de forma positiva. El cabello castaño siempre corto denotaba una mínima muestra de la disciplina que le habían inculcado, la ropa prolijamente planchada, el aroma fresco y cítrico que lo acompañaba, impregnado en él como su sello personal. Aparentaba ser torpe y lento de ademanes como un perezoso, ocultando la rapidez con la que podía llegar a cazar una taza en plena caída o un manojo de llaves al vuelo. Era gracioso y elegante en sus momentos de silencio, o en aquellos pequeños instantes en los que el tiempo parecía detenerse para concederle protagonismo allá donde iba, caminando con la espalda erguida y las manos libres acompañando el vaivén.
Con aquella espalda ancha parecía capaz de rodear al más menudo de los cuerpos con cariño, como un padre, como un amigo, como un hermano. Los brazos fornidos sostenían a quien pendiera de una cornisa, cargaban heridos, servían de apoyo, contenían llantos. Brazos tibios, colmados de cicatrices que nunca se iban, definiéndolo como a nadie. Lucía los ojos azules de su madre, habiendo heredado su ternura de igual forma. Cargados de secretos, esos ojos parecían los de un alma vieja, a veces tristes, incluso. De cintura y caderas estrechas, piernas torneadas, pies que pisaban fuerte. El cuello ancho delataba la yugular, anunciando una transformación; así como los dientes perfectos se apretaban entre sí, chirriando a veces por dolor, a veces por rabia. Pero rara vez se deformó su cara con la sombra desagradable de la ira. Rara vez estrechó los ojos con disgusto, o torció la boca con molestia. El relax apacible en su semblante calmaba aguas, bestias, el llanto de un niño; las arrugas contaban historias de chistes que alguna vez le dieron gracia, de numerosas alegrías.











Personalidad:

Oportuno, paciente, comprensivo. La clase de hombre que no se deja amenazar por la tempestad a la distancia, encarando las peores situaciones con todo el optimismo del mundo. "Todo es resoluble, menos la muerte", decía, llenando de fuerza a todo el que lo rodeaba. Jamás desistía. Luchador incansable, consiguió salir airoso de los peores momentos de su vida, con raspones y cicatrices que pudiesen contar la historia por él. Abierto a todos, a aprender, a enseñar, a dar una mano, a ponerle el pecho a las balas. Transparente como el agua, de intenciones buenas y palabras de aliento siempre a la orden del día. Conocedor de sus propias imperfecciones y demonios, altruista por excelencia y capaz de anteponer el bienestar ajeno al suyo propio. Culto como pocos, falto de soberbia, de abrazos fuertes y miradas cómplices.

Sólo meros retazos son estas palabras, que no llegan a componer una imagen acorde a la clase de ser que lo dejó todo por los otros, a quien prefirió siempre fijarle un propósito a su vida en vez de esperar a tener uno por acto divino.











Historia:

Primer hijo de tres y nacido en Roehampton, Raleigh vivió los primeros años de su vida bajo estricto entrenamiento, consciente del linaje del que descendía y que con tanto orgullo defendería hasta el final de sus días. Tuvo una infancia agradable. Educado por su madre, y convertido en un autodidacta, nunca pasó por alto la necesidad de conocimiento y la humildad que aprender requería, por lo que se hizo de una mentalidad e ingenio sumamente agudos incluso antes de los cinco años. Por aquél entonces nacía Rita, la segunda primogénita de la casa Scott, quien se convertiría a partir de entonces en la luz de sus ojos y única confidente. Si bien se mostraba como un chico abierto y fácilmente legible, compartía sus inseguridades con su hermana y recibía a cambio el mayor de los silencios. Ella era su oyente pero no su consejera, por lo que nunca logró deshacerse de lo peor de sí mismo; lo mantuvo oculto entre los dos, confiando en la única que lo conocía de verdad.
La primera vez que Raleigh mató a un hombre, la primera vez que se sintió como un adulto, Rita estaba ahí, temblando como una hoja. No sólo era más joven e inexperta, sino que aún no controlaba su transformación debidamente, siendo apenas un lobezno de dientes afilados. Raleigh tenía catorce años, y había salvado a Rita de un vampiro recién nacido. ¿Cómo hizo un licántropo tan joven para sacarse de encima a un Hijo de la Noche famélico como aquél? Con sus propias garras. Le había cortado el cuello sin pensarlo dos veces, sin pensar siquiera en que aquella noche lo perseguiría de por vida. Un trauma pequeño, dirían algunos, pero lo cierto es que el muchacho nunca estuvo preparado para infligir mal a nadie. Así era, así de puro era. Incapaz de arrebatarle la vida a nadie, siempre y cuando no se tratase de su pequeña luz.
Rita lo vio cerrar la puerta del baño frente a ella poco después. Oyó el correr del agua, el chapoteo quedo de las manos frotándose. Minutos después creyó oírlo llorar amargamente, pensando, tal vez, que el murmullo del lavamanos lo escudaba.


Datos extra:


Murió hace dos años.





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